
Se les preguntará sobre lo que hicieron cuando la patria se apagaba lentamente,
como una hoguera dulce, pequeña y sola.
No serán interrogados sobre sus trajes, ni sobre sus largas siestas después de la merienda, tampoco sobre sus estériles combates con la nada, ni sobre su ontológica manera de llegar a las monedas.
No se les interrogará sobre la mitología griega, ni sobre el asco
que sintieron de sí, cuando alguien, en su fondo, se disponía a morir cobardemente.
Nada se les preguntará sobre sus justificaciones absurdas, crecidas a la sombra
de una mentira rotunda.
de una mentira rotunda.
Ese día vendrán los hombres sencillos. Los que nunca cupieron en los libros y versos de los intelectuales apolíticos, pero que llegaban todos los días
a dejarles la leche y el pan, los huevos y las tortillas, los que les cosían la ropa,
los que le manejaban los carros, les cuidaban sus perros y jardines, y trabajaban para ellos Y preguntarán:
"¿Qué hicisteis cuando los pobres sufrían, y se quemaba en ellos, gravemente, la ternura y la vida?"
Intelectuales apolíticos de mi dulce país, no podréis responder nada.
Os devorará un buitre de silencio las entrañas. Os roerá el alma
vuestra propia miseria. Y callaréis, avergonzados de vosotros.
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